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Virgilio tiene dieciocho años y le va bien en la vida. Aprovecha las muertes de caballeros adinerados para presentarse en sus casas y, sirviéndose del desconcierto y la agitación, anunciar a sus familias que es hijo del difunto. Siempre sale con un buen capital en el bolsillo. Hasta el día que llega a casa de Héctor Soler, y las cosas cambian...
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