El interés por la tecnología comienza a encontrar un espacio propio en la negociación colectiva transnacional, para apuntar a un potencial de desarrollo enorme que, en su dimensión más acabada, pretende alcanzar a una gobernanza en los procesos de innovación a través del control de los flujos de tecnología desde las sedes de las multinacionales a su asentamiento y desarrollo en los lugares donde están ubicadas las filiales e, incluso, dentro de la cadena de valor. A un nivel más próximo, los Acuerdos Marco Internacionales también dejan noticia de aspectos de gran interés para un laboralista, como la preocupación por el desarrollo y difusión de productos e innovaciones respetuosas con el medio ambiente, la formación de los empleados (en particular las mujeres) en nuevas tecnologías o aprovechando su uso, las transformaciones organizativas, la garantía de los derechos laborales (y las posibilidades abiertas a la conciliación familiar), las facilidades para la creación de nuevas formas de relación interpersonal en la empresa, la repercusión en la seguridad y salud laborales o, en fin, la nueva dimensión en la representación de los trabajadores, actuación sindical y en el propio seguimiento del instrumento multinacional.