En estos relatos, la vida es como un forro reversible, lo bueno puede volverse malo, y lo malo, peor. El lector asistirá al despertar precoz de una niña a la sexualidad, o al instinto de supervivencia de un personaje cuando el mundo, literalmente, se hunde, o a cómo el aburrimiento conduce al absurdo. Otro personaje, por el contrario, mantendrá la cordura y su fortaleza a pesar de malvivir en la calle. Unas veces, el lector intuirá qué los ha llevado a esa situación, una mala decisión, en el caso de Adrián, o el reencuentro con el pasado, en el caso de Carla; otras, quizá no entienda la razón de la infelicidad de Irene, que busca algo que ni siquiera existe, o encuentre incomprensible el silencio de la joven violada brutalmente a plena luz del día, o se pregunte en qué adulta se convertirá la niña que oculta un hecho sustancial que nunca contó, o asistirá a la desesperada rutina de la soledad en compañía que vive Marga. Algunos de los personajes de Reversibles, atrapados por sentimientos negativos como la venganza, la amargura o la cobardía, caerán al abismo durante la lectura; otros se encontrarán en medio de la basura o a punto de naufragar, en mitad de una mudanza o en la compañía equivocada. Si al lector le propusieran adivinar quién muere antes, ¿pensaría que se trata de un juego o que está siendo víctima de una broma pesada? Todo lo que sucede en Reversibles ya ha pasado antes alguna vez a alguien.