El paraíso está en la tierra consta de veinticinco poemas que parece que están escritos fuera de este mundo, por alguien, el poeta, que no pertenece a él. Pero gracias a esto, paradójicamente, el lector puede sentir con fuerza el latir del que escribe, del que vive en ellos, que finalmente, por el arte de la literatura, de la lectura, puede constituir su propio latido.

Muchos de estos poemas son de amor, pero todos, también estos, trascienden esta condición para alcanzar lo inaprehensible, lo que tal vez solo la literatura, la poesía, puede expresar.

Eduardo Martínez Rico siente que escribió estos poemas en otra época de su vida y, aunque los reconoce plenamente, siente también que fue otro el que los compuso. Escritos en otras latitudes de su existencia, con un lenguaje diferente, seleccionados a lo largo de los años, El paraíso está en la tierra reúne lo que el escritor piensa que es lo mejor de su producción poética hasta la fecha.

El prólogo es de Luis Alberto de Cuenca.